17/8/15

Rilke: Aprender a ver

«Creo que debería empezar a trabajar un poco, ahora que aprendo a ver. Tengo veintiocho años y, por así decir, no ha pasado casi nada. Repasemos: he escrito un estudio sobre Carpaccio, que es malo; un drama titulado "Matrimonio", que pretende demostrar una tesis falsa por medios equívocos; y versos. Sí, pero ¡los versos no significan nada cuando se escriben demasiado pronto! Se debería esperar, y atesorar sensibilidad y dulzura toda una vida (a ser posible una vida larga), para luego, al final, quizá poder escribir diez líneas que sean buenas. Pues los versos no son, como algunos creen, sentimientos (estos se tienen muy pronto): son experiencias. Para escribir un solo verso hay que haber visto muchas ciudades, personas y cosas; hay que conocer a los animales; hay que sentir cómo vuelan los pájaros y saber qué gestos hacen las florecillas al abrirse por la mañana. Es necesario poder pensar en caminos de lugares desconocidos, en encuentros inesperados y en despedidas que hacía tiempo se veían llegar; en días de infancia que no somos capaces de explicar; en nuestros padres a los que heríamos cuando nos traían una alegría y no la comprendíamos (habría sido una alegría para otro); en enfermedades de infancia que comienzan tan singularmente, con transformaciones graves y profundas; en días transcurridos en habitaciones tranquilas y recogidas; en mañanas al borde del mar, en el mar mismo, en mares, en noches de viaje que susurraban en lo alto y volaban con todas las estrellas... y aún no será suficiente con poder pensar todo esto. Es necesario tener recuerdos de muchas noches de amor, en las que ninguna se parece a otra; de gritos de parturientas y de leves, blancas, durmientes mujeres paridas, que se cierran. Es necesario haber estado al lado de los moribundos; haber permanecido sentado junto a los muertos en la habitación, con la ventana abierta y los ruidos que llegan como golpes. Y aún no bastará con tener recuerdos. Es necesario saber olvidarlos, cuando son muchos, y tener la paciencia de esperar hasta que vuelvan. Pues los recuerdos mismos no son lo que buscamos. Solo cuando se convierten en nuestra sangre, mirada y gesto; cuando no tienen nombre y ya no se los distingue de nosotros mismos; solo entonces puede suceder que en la hora más insospechada, surja entre todos ellos la primera palabra de un verso y se eleve».

Rilke, 1910
Los apuntes de Malte Laurids Brigge

1 comentario:

  1. La gestión del tiempo ha cambiado y la creación también. Quizá esa idea de una vida consumada para poder por fin escribir ya es un anacronismo. Yo soy másde la idea de cabalgar sobre el folio hasta donde sea posible.

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